Al llevar un cierto tiempo con nuestra pareja es normal que pueda aparecer en tu mente el pensamiento de “ya no estamos como al principio”: las relaciones cambian y evolucionan. La rutina es común y normal en relaciones estables y duraderas, pero es importante esforzarse en cultivar y construir la relación en el día a día, manteniendo la conexión emocional y evitando la monotonía y el distanciamiento emocional.
¿Por qué aparece la monotonía?
Al inicio de una relación, cuando estamos conociendo a una persona, existe un contexto facilitador que favorece la aparición del deseo, la pasión y la atracción, y donde aún no están presentes estresores ambientales, es decir, no hay demandas cotidianas en la pareja y, generalmente, no se da un contexto de convivencia diaria. En este inicio hay muchos estímulos novedosos que generan una respuesta emocional intensa. A medida que la relación avanza, conocemos más a la otra persona y compartimos más experiencias y momentos de complicidad juntos/as, lo cual favorece la intimidad y conexión física y emocional.
Con el paso del tiempo, esos estímulos que al principio nos generaban un respuesta emocional intensa, al presentarse repetidamente (al hacerse rutinarios), dejan de provocar esa respuesta intensa. Esto es lo que se conoce como habituación. Por otro lado, también aparecen las demandas cotidianas y estresores ambientales (tareas del hogar, hijos/as, trabajo…), centrándonos cada más en las responsabilidades del día a día y dejando de la lado el cuidado del vínculo.
Si esta situación se prolonga en el tiempo aparece la monotonía. Pero, ¿qué es la monotonía? Es la repetición constante y predecible de conductas y situaciones en el día a día, es decir, la falta de variedad y de estímulos novedosos, pero también la falta de refuerzos ante las conductas de acercamiento de nuestra pareja. Esto puede causar aburrimiento y falta de interés o de motivación para crear momentos agradables y especiales, generándose un distanciamiento emocional con nuestra pareja (“estar en pareja pero sentirse solo/a”). Por ejemplo: sentarnos a ver una película con nuestra pareja y estar cada uno/a con el móvil o llegar a casa después del trabajo y no tener ninguna conducta de acercamiento cariñosa con nuestra pareja. Existen diferentes causas que propician este distanciamiento:
- Disminución de intimidad emocional: la comunicación se reduce a conversaciones superficiales sobre las responsabilidades y tareas del día a día: “trae el pan”, “recoge al niño/a”, “hoy llego tarde”.
- Disminución del deseo sexual: la falta de excitación y variedad (encuentros de la misma forma y en el mismo lugar) y la falta de un contexto erotizado (no cuidar tu imagen porque ya sabes que te quiere), hace que las relaciones íntimas se vuelvan previsibles y aburridas, incluso, que los encuentros sexuales se conviertan en una obligación (“porque toca”) y no en algo placentero. Otra variable que puede influir es la maternidad/paternidad, haciendo que nos centremos en el rol de mamá o de papá, dejando aparcado el rol de pareja (“personas deseables”).
- Falta de espontaneidad: tener establecidas ciertas rutinas es necesario para la organización y estabilidad, pero tener todos los días estructurado y planificado no deja lugar para la sorpresa y la novedad. Es importante encontrar un equilibro entre la rutina y variedad.
- Pasar todos los días juntos: es bueno pasar tiempo con nuestra pareja, pero también es necesario realizar actividades fuera del contexto de la pareja para evitar aburrirnos, agobiarnos o perder el interés, e incluso, tener una vida fuera de tu relación puede ayudar a mantener el interés de tu pareja en ti.
El papel de los reforzadores para combatir la habituación
Construir una relación es un intercambio de reforzadores entre dos personas o más, donde existe una reciprocidad, además de compromiso, intimidad y atracción mutua. Los reforzadores son consecuencias que se generan después de una conducta y que aumentan o disminuyen la probabilidad de que esa conducta aparezca en el futuro. Este intercambio de comportamientos y estímulos puede ser:
- Intercambio positivo: la presencia y las conductas de nuestra pareja nos generan sensaciones agradables (complicidad, tranquilidad, intimidad, seguridad y/o validación) y/o disminuyen nuestro malestar, lo cual contribuye a la satisfacción y estabilidad de la relación. Algunos ejemplos de reforzadores son: escuchar con atención, abrazar, sonreír, intercambiar verbalizaciones positivas (elogios, aprecio o agradecimientos), apoyar emocionalmente o el cuidado mutuo.
- Intercambio aversivo: el contexto inicial de novedad cambia con el paso del tiempo y, si no realizamos actos para mantener esa conexión emocional, disminuirá la tasa de intercambios positivos y aumentará la de intercambios aversivos, es decir, los reproches, conflictos, críticas, falta de atención y escucha o contestaciones desagradables nos llevarán a asociar a esa persona con sensaciones desagradables.
Por ejemplo, si al llegar a casa busco a mi pareja para abrazarla y decirla que la he echado de menos, y mi pareja me responde con receptividad, probablemente repetiré esas conducta de afecto en situaciones futuras. Si por el contrario, me aparta o me da el abrazo por obligación, la conducta de iniciar afecto se debilitará y terminará por desaparecer si siempre obtengo la misma respuesta.
Ante la rutina y la monotonía, estos refuerzos se vuelven predecibles o ausentes, disminuyendo así la probabilidad de repetir ese comportamiento. Entonces, ¿qué podemos hacer ante la habituación? Cambiar la respuesta a un estímulo a través de un cambio contextual, es decir, introducir estímulos novedosos o variaciones en los ya presentes que nos saquen de la rutina, generando así nuevos contextos.
Los estímulos antecedentes influyen en las conductas que llevaremos a cabo posteriormente, así que podemos realizar un control estimular, es decir, modificar, retirar o introducir estímulos para aumentar la probabilidad de que aparezca una conducta. Por ejemplo: crear un ambiente agradable con velas, música, vuestra cena preferida, verbalizaciones del tipo “te he preparado algo rico”… pueden ser estímulos que aumenten probabilidad de una conducta de acercamiento afectiva y/o sexual.
¿Cómo podemos aplicarlo en el contexto de la relación?
Para que una relación funcione no solo es necesario querer a la otra persona, es importante poner esfuerzo en cuidarla y mantenerla día a día. Aquí os dejamos algunas sugerencias que pueden ayudaros a salir de la monotonía y fortalecer vuestro vínculo:
- Crear un pequeño momento de comunicación y conexión en el día a día, más allá de hablar de las responsabilidades del día a día.
- Pasar tiempo de calidad: buscar actividades nuevas que podáis hacer juntos/as: planes que os hagan reír, una cita romántica en un restaurante, compartir un hobbie, asistir a un espectáculo que luego podáis comentar… Podéis hacer una lista de cosas que podemos hacer para cuidar la relación de pareja.
- Planificar citas: crear las condiciones propicias para que se genere el deseo sexual. También podéis probar cosas nuevas como lugares de la casa, o momentos del día, juegos eróticos, explorar vuestras fantasías…
- Respetar la individualidad: puedes hacer una lista de cosas que te guste hacer solo/a, sin tu pareja, y planifica otras con tus amistades.
- Introducir nuevas rutinas en casa: cocinar, bañaros o hacer las tareas domésticas juntos/as.
- Demostraciones afectivas y detalles: afecto como caricias, tener pequeños detalles o sorpresas inesperadas (“he hecho tu cena favorita”, “paso a verte 5 minutos”…), palabras de cariño.
Conclusión
Al comienzo de una relación todo es novedoso, intenso y pasional. Con el paso del tiempo, esta respuesta emocional tan intensa va disminuyendo. Esto se debe a que los hábitos y conductas del día a día se vuelven predecibles. Introducir estímulos novedosos que nos sorprendan y crear nuevos contextos, además de mantener un intercambio de reforzadores positivo, ayudarán a que la rutina no se transforme en monotonía.
Los pequeños actos del día a día nos ayudarán a seguir conectados con nuestra pareja y que siga siendo, aún con el paso del tiempo, fuente de sentimientos y sensaciones agradables. Nos gusta y nos agrada que la otra persona quiera compartir su tiempo con nosotros.
Autora: Alicia Cartujo, psicóloga.
Aquí te dejamos algunas de las referencias bibliográficas utilizadas para la elaboración del artículo
Barraca, J. (2016). Terapia integral de pareja una intervención para superar las diferencias irreconciliables. Síntesis.
Costa, M. y Serrat-Valera, C.(2015). Terapia de parejas. Alianza Editorial.
Clapés, E. Curso intensivo para parejas: construyendo relaciones sanas.
Escuela Engrama. (2023). El amor está en la conducta.
Ortega, M.A. (2024). ¿Qué es el amor?. Escuela Engrama