Con frecuencia, decir que “no” hace que nos sintamos culpables, por eso muchas veces terminamos poniendo las necesidades de los demás por encima de las nuestras, pero si nos paramos a pensar en que decir que sí en esa situación agrada a todo el mundo menos a nosotros/as mismos/as, entonces la respuesta debería ser no. Aprender a fijar nuestros límites es en realidad una de las mayores dificultades con las que nos encontramos en el día a día.
Establecer límites es un acto de responsabilidad personal que nos permite definir hasta dónde estamos dispuestos/as a llegar en nuestras relaciones con los demás. A menudo se malinterpreta el concepto de límites como una forma de control o son considerados un acto de egoísmo, cuando en realidad son una herramienta para comunicar nuestras necesidades, regular nuestra propia conducta y proteger nuestro bienestar. No se trata de imponer reglas a los demás, sino de decidir cómo queremos interactuar con el mundo y qué estamos dispuestos a aceptar. En este artículo exploraremos qué son los límites, su importancia, las creencias que pueden dificultar su establecimiento, la culpa que a menudo surge al establecerlos y cómo podemos regular esta culpa para vivir de manera más equilibrada y adaptativa.
¿Qué son los límites?
En psicología, los límites son acuerdos internos y externos que delimitan lo que una persona está dispuesta a aceptar o tolerar en sus relaciones y experiencias con los demás. Estos límites hacen la función de fronteras psicológicas, emocionales y físicas con el objetivo de proteger nuestro bienestar y definir cómo queremos que otras personas nos traten. Establecer límites es una conducta fundamental para mantener una buena salud mental, regular adecuadamente nuestras emociones y protegernos a nosotros/as mismos/as permitiendo expresar nuestras necesidades, respetar y actuar de acuerdo a nuestros valores y evitar situaciones que nos generen malestar.
Establecer límites saludables nos permite relacionarnos con los demás desde el respeto mutuo y la autenticidad, evitando la sobrecarga emocional y el desgaste. Un ejemplo sería decidir y comunicar en qué situaciones te sientes cómodo/a con el contacto físico y en cuales prefieres evitarlo. Numerosas investigaciones muestran que quienes expresan de forma clara sus necesidades mantienen interacciones más saludables con los demás y un menor número de conflictos interpersonales. Al contrario de lo que mucha gente piensa, establecer límites no es egoísta sino una forma de autocuidado.
Importancia y beneficios de establecer límites
Algunas veces nos podemos sentir culpables o egoístas al poner límites, sin embargo, si no los establecemos de forma clara, nos podemos ver envueltos/as en comportamientos desadaptativos como la complacencia excesiva.
Entre los principales beneficios que podemos experimentar al tener claros nuestros límites y ser consecuentes cuando los establecemos y comunicamos encontramos:
- Mejora de la autoestima: Poner límites refuerza nuestra identidad, permitiéndonos reconocer y respetar nuestras propias necesidades. Cuando sabemos hasta dónde podemos llegar sin sobrepasarnos, nos sentimos más seguros/as y fortalecemos nuestra confianza en nosotros/as mismos/as.
- Reducción del estrés y la ansiedad: Al evitar la sobrecarga emocional y las situaciones que nos generan malestar. No establecer límites nos puede llevar al agotamiento y la ansiedad por tratar de cumplir expectativas ajenas.
- Mejores relaciones interpersonales: Aunque pueda parecer contradictorio, poner límites fortalece nuestras relaciones. Cuando comunicamos de manera clara y respetuosa nuestras necesidades, evitamos conflictos y malentendidos.
- Mayor autonomía y empoderamiento: Establecer límites nos permite sentirnos más dueños de nuestras decisiones.
- Prevención del resentimiento: Cuando no fijamos nuestros límites, es fácil caer en el resentimiento al sentirnos sobrecargados o incomprendidos, esperando que los demás valoren nuestros actos, pero sin haber comunicado nuestras expectativas.
Creencias sobre los límites y la culpa al respetarlos
Muchas personas tienen dificultades para poner límites debido a creencias adquiridas en la infancia o por cultura. Una de las más comunes y arraigadas en nuestra sociedad es la creencia de «si digo que no, seré rechazado/a.» Muchas veces asociamos el rechazo con la falta de aceptación y amor, lo que nos lleva a decir «sí» incluso cuando no queremos. Otra creencia muy arraigada como comentábamos antes, es el pensamiento de «poner límites es egoísta.» Se basa en la creencia de que cuidarnos implica descuidar a los demás, cuando en realidad, establecer límites nos permite ayudar desde un lugar más genuino y equilibrado. «Es mi obligación ayudar siempre, aunque no tenga ganas.» Nos han enseñado que la ayuda incondicional es una virtud, pero olvidamos que primero debemos cuidar de nosotros/as mismos/as para poder estar disponibles para los demás de manera saludable. «Si no lo hago yo, nadie más lo hará.» Esta creencia nos coloca en una posición de responsabilidad extrema, como si todo dependiera de nosotros/as, lo cual puede llevarnos al agotamiento y frustración.
Es muy común sentir culpa al poner límites y respetarlos, especialmente si estamos acostumbrados/as a priorizar las necesidades ajenas sobre las propias. La culpa surge porque tememos que nuestra decisión afecte negativamente a los demás o porque nos han enseñado que «buenas personas» siempre ayudan. Sin embargo, es importante distinguir entre culpa justificada, aquella que experimentamos cuando hemos actuado en contra de nuestros valores e injustificada, cuando nos responsabilizamos de las emociones y necesidades de los demás aún siendo fieles a nuestros valores y derechos. Por lo que reconocer que nuestra culpa no siempre es una señal de que hemos hecho algo malo nos ayuda a gestionarla mejor.
Cómo respetar los límites sin sentir culpa: estrategias para regular la culpa
- Cuestiona y reemplaza esas creencias irracionales: Podemos preguntarnos: ¿De dónde viene esta creencia? ¿Es realmente cierta? ¿Qué evidencia tengo en mi vida de lo contrario? Cuestiona pensamientos como «Poner límites es ser egoísta» y cámbialos por «Cuidarme también es importante».
- Repite autoinstrucciones más ajustadas a la realidad: «Tengo derecho a decidir qué hago con mi tiempo”.
- Usa la comunicación asertiva: Expresa tus límites de forma clara y respetuosa, sin justificarte en exceso y sin atacar a la otra persona.
- Practica la autorreflexión: Pregúntate si la culpa proviene de unas expectativas poco realistas.
- Acepta que no puedes agradar a todo el mundo: Es imposible satisfacer a todo el mundo sin descuidarnos a nosotros/as mismos/as.
- Pon atención a tus emociones: Trata de identificar cómo te sientes después de poner tus límites y respetarlos.
- Busca apoyo profesional: Si la culpa es muy intensa y duradera en el tiempo, la terapia psicológica puede ayudarte a reformular creencias y mejorar tu capacidad para regular y tolerar el malestar.
Es importante recordar que no todas las personas van a actuar de acuerdo a nuestros límites o van a respetarlos, por eso, es imprescindible que expliquemos claramente nuestros límites, establezcamos consecuencias cuando se vean sobrepasados y nos comprometamos no solo con las palabras sino pasando a la acción para ser consecuentes. Debemos tener en cuenta que algunas de nuestras relaciones pueden verse afectadas al cambiar nuestras dinámicas y que no todos/as van a estar dispuestos/as a respetarlas, por lo que es igualmente válido alejarse de las personas que no están dispuestas a respetarte.
Conclusión
Ser capaz de poner límites en tu día a día puede verse reflejado en decir que “no” cuando te piden un favor y no tienes tiempo para hacerlo, comunicar que fuera de tu horario laboral no vas a responder llamadas o mensajes relacionados con el trabajo porque necesitas tiempo y espacio para tu desconexión. También es expresar cuando un comentario nos ha resultado ofensivo o terminar una conversación cuando un amigo/a, familiar o compañero/a no nos está respetando. O incluso no prestar dinero a alguien de confianza porque no nos conviene o en este momento no nos viene del todo bien.
Aprender a establecer y respetar límites es fundamental para nuestro equilibrio emocional y bienestar. Aunque al principio pueda generar culpa, es importante recordar que poner límites no significa ser egoísta, sino respetarnos a nosotros/as mismos/as. Con práctica, autoconocimiento y estrategias adecuadas, podemos aprender a regular la culpa y vivir de manera más saludable y plena.
Autora: Laura Fuertes, psicóloga.
Si te interesa ampliar información sobre este tema, aquí podrás encontrar las referencias utilizadas para la elaboración de este artículo
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Brown, B. (2019). Límites claros, relaciones sanas: Aprender a establecer límites es esencial para el crecimiento personal y las relaciones saludables. New Harbinger Publications.
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